Vivimos en los comienzos de la era de la cuarta Revolución Industrial (Industria 4.0), Industria inteligente o Ciberindustria. Lo imperativo de esta etapa para las empresas e instituciones es buscar “gente que venga del futuro”. No es una mera afirmación, es la premisa que guía a las empresas centradas en innovar para garantizar sustentabilidad a través del tiempo.
La frase no es mía, se la escuché decir a un empresario ecuatoriano mientras conversábamos sobre el perfil que deben tener sus colaboradores para que puedan liderar e implementar los cambios necesarios que permitan alcanzar los estándares internacionales que exige la globalización. Pese a todo vivimos ya en ella.
Pero no se trata de un cambio cualquiera. Hoy en día para ser competitivos en un mercado internacional se necesita personas con capacidad innovadora; con hambre de conocimientos, que no teman a los avances tecnológicos; capaces de tomar decisiones rápidas, porque las oportunidades de negocios se escurren como el agua entre las manos. No están solo para las empresas locales sino también para las de todo el planeta. Ser competitivos a nivel global requiere una alta dosis de autocontrol, de dominio de la ansiedad y el vértigo que produce tomar decisiones inmediatas.
La gente que viene del futuro debe educar su intuición por un lado a partir del manejo de las tecnologías de la información (Big Data), y por otro de “pisar calle”, observar, ser curioso (Small Data). Abrirse al conocimiento del mundo apalancados en la tecnología para disruptir, crear algo nuevo y rentable.
Según Andy Stalman, especialista en branding, en su libro Humanoffon: “En el siglo XXI hay dos palabras que se han puesto de moda en el ámbito laboral y que solemos escuchar muy a menudo. Estas palabras son “cambio” y “miedo”. Nada más aterrador que entrar en un espacio anárquico donde todo se mueve, el miedo a lo desconocido es paralizante en muchos casos.
Se dice que los valores cambian cuando nos replanteamos cómo queremos vivir. La gente que viene del futuro tiene un entendimiento profundo sobre el universo expandido de lo humano hacia el espacio digital. El internet, el mundo virtual y móvil, llegó para quedarse. Ha transformado irremediablemente la forma en que nos relacionamos en todos los niveles y espacios. Hoy en día es imposible diseñar un estilo de vida de espaldas al mundo online. Hemos sido modificados como especie por la tecnología, internet nos empodera, nos acerca y nos conecta como nunca antes en la historia de la humanidad. El único límite está en nuestra imaginación. Somos una especie de “superhombre” nietzscheano, con “voluntad de poder”, un impulso hacia el crecimiento, el desarrollo, la superación permanente.
La gente que viene del futuro ha meditado sobre la dimensión ética del cambio de época. Sabe que la tecnología avanzará tanto que no podremos distinguir entre lo natural y artificial, tal como está sucediendo en la Industria 4.0 donde se combinan los sistemas digital, físico y biológico. La tecnología empodera tanto para hacer el bien (conectar con la gente, trabajar en forma colaborativa, incluir, etc.) como para hacer el mal (ser insensibles ante el sufrimiento del otro, abstraerse en el mundo digital, excluir, destruir, etc).
John Naisbitt, sociólogo, futurólogo y empresario norteamericano, autor del libro Macrotendencias, propone una vuelta al humanismo para sobrevivir a la era de la información: “El avance más apasionante del siglo XXI no se deberá a la tecnología, sino al concepto expandido de lo que significa ser humano”.
Elon Musk, ingeniero, inventor, inversor y empresario sudafricano, cofundador de PayPal, Tesla Motors, SpaceX, Hyperloop, SolarCity, The Boring Company y OpenAI, resalta la necesidad de innovar buscando el bien común en lo que se hace: “Mi mayor error es probablemente priorizar el talento por sobre su personalidad. Creo que importa si alguien tiene o no un buen corazón».
Ambas personalidades, así como muchas otras, forman parte de la gente que viene del futuro y que incluye en sus propuestas la importancia de poner al ser humano en el centro de sus actividades.
Volviendo al mundo empresarial ecuatoriano ¿Cómo acercamos el futuro a nuestras organizaciones?, una primera respuesta puede ser empezar a pensarnos de forma más positiva, entender mejor quiénes somos y construir a partir de eso, abriendo las puertas de la creatividad sin perder el sentido de lo humano. No vivimos en la primera revolución industrial donde la producción era homogénea y los trabajadores eran medidos de manera uniforme. Ese es nuestro reto: en la marejada de la información, distinguir el rostro de lo humano.
ARTÍCULO PUBLICADO EN LA REVISTA ALFA & GAMMA
JUNIO 2017


Me gusta esto:
Me gusta Cargando...